¿Cómo podría ayudar la ley del ecocidio a los océanos?
Esta entrada forma parte de un Blog de invitadxs que pretende ser un espacio dedicado a los numerosos movimientos/campañas de todo el mundo que se enfrentan a la destrucción de los ecosistemas, para que compartan sus historias, relatos y perspectivas.
Esta entrada ha sido escrita por Deborah Rowan Wright, experta en políticas de conservación de los océanos y autora de Future Sea: How to Rescue and Protect the World's Oceans'(El mar del futuro: cómo rescatar y proteger los océanos del mundo).
El océano global es nuestro mayor aliado frente a la crisis climática, absorbiendo miles de millones de toneladas de dióxido de carbono de la atmósfera, produciendo más de la mitad del oxígeno de la Tierra y absorbiendo el exceso de calor atrapado por las emisiones de gases de efecto invernadero, manteniendo el planeta más frío. Miles de millones de personas dependen del océano para obtener un suministro potencialmente continuo de alimentos y empleo en la pesca y otros oficios relacionados. Y lo que es más notable, alberga una riqueza y diversidad de vida inimaginables, con algunas estimaciones que superan los diez millones de especies marinas.
No importa dónde estés o que seas, el océano hace posible toda la vida. Pero se enfrenta a graves amenazas de origen humano, como la contaminación química y por plásticos, la minería, el dragado, la extracción de petróleo, la pesca industrial, la destrucción de hábitats y las emisiones de CO2, que están calentando y acidificando los mares.
Así pues, ¿en qué se queda corto nuestro enfoque actual de la protección marina y cómo podría ayudar la ley del ecocidio a llenar las lagunas?
Áreas Marinas Protegidas: ¿el campeón del océano?
La estrategia de conservación marina preferida por muchos Estados costeros consiste en designar más zonas marinas protegidas. A lo largo de los años, el objetivo de protección no ha dejado de aumentar y una alianza internacional de científicos, periodistas, activistas, ONG conservacionistas y algunos gobiernos pide ahora que el 30% del océano mundial se mantenga a salvo dentro de una red mundial de áreas protegidas para 2030 (30 x 30).
Pero la creación de zonas marinas protegidas para hacer frente a los problemas del mar presenta inconvenientes e incongruencias, y destacan tres en particular.
En primer lugar, aunque es importante reconocer lo beneficiosa que puede ser una protección del 30%, las prácticas sobreextractivas, crueles y destructivas podrán continuar más allá de los límites de cada zona protegida, en la mayor parte del océano. Crear zonas marinas protegidas es una estrategia que da cabida a los destructores del océano e incluso los facilita.
Por ejemplo, aunque cueste creerlo, actividades nocivas como el dragado y la pesca de arrastre de fondo siguen estando permitidas en muchas supuestas "zonas protegidas", lo que las convierte en una burla de la política de conservación marina. Nos hace creer que los gobiernos están atajando el problema de los océanos y que podemos estar tranquilos, cuando en realidad sus políticas están perpetuando el daño.
Una solución más eficaz y lógica sería crear "zonas marinascomerciales ", en lugar de zonas marinas protegidas, lugares donde industrias como la pesca y la minería se controlen cuidadosamente para garantizar que operan de forma responsable, dejando el resto del océano fuera de los límites de la explotación y en condiciones de poder reponerse y recuperarse.
En segundo lugar, las zonas marinas protegidas son un modelo erróneo porque el agua y la vida marina se mueven constantemente. Son impredecibles y casi nunca se ven. Aplicar el pensamiento terrestre al mar como estrategia de conservación tiene un éxito limitado. Los residuos plásticos y contaminantes que queremos mantener fuera de una zona protegida o la vida salvaje que queremos mantener dentro, no prestan atención a los límites dibujados en un mapa.
Tampoco sabemos realmente lo que ocurre bajo el mar. Con un conocimiento incompleto de los ecosistemas marinos, a menudo no está claro cuál es el mejor lugar para designar una zona protegida. Por ejemplo, las etapas vitales de muchas especies se dan en lugares diferentes. Un ejemplo es la langosta espinosa del Caribe, que vive en varios hábitats a lo largo de su vida, incluidos manglares, arrecifes y mar abierto. Otros animales, como las tortugas laúd y las mantarrayas, migran enormes distancias para alimentarse y reproducirse, viajando mucho más allá de la seguridad de una zona protegida.
En tercer lugar, ya disponemos de protección jurídica internacional paratodo el océano mundialy la vida marina, tanto en las Zonas Económicas Exclusivas de los Estados costeros como en alta mar. Existen varios acuerdos de conservación, como el Convenio sobre la Diversidad Biológica, la Carta Mundial de la Naturaleza de la ONU, la CMNUCC, la Comisión Ballenera Internacional, el Tratado Antártico y, sobre todo, desde 1994, la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CNUDM), que es jurídicamente vinculante. La CNUDM obliga a los Estados a proteger y preservar el medio marino, prohibir la sobreexplotación y proteger especialmente los ecosistemas marinos más frágiles y amenazados.
Quizá te estés preguntando por qué los océanos se enfrentan a una crisis ecológica si tenemos la ley para protegerlos. La respuesta es que casi todos los países participantes hacen caso omiso de los elementos de conservación del Derecho del Mar y no los han aplicado o hecho cumplir. Y ello a pesar de la existencia de tecnologías y conocimientos fácilmente disponibles para hacer cumplir la ley en todo el planeta, incluso en los mares más remotos.
¿Qué podemos hacer de forma diferente?
En 2009, cuando trabajaba en la campaña para tener más zonas marinas protegidas en todo el Reino Unido, estaba claro que crear unas pocas zonas de agua "segura" nunca podría proteger eficazmente los mares británicos y su fauna. Se trataba de algo simbólico, diseñado para mantener el statu quo. Desde entonces, he hablado con muchos compañeros de campaña y he publicado propuestas políticas (la primera en 2010), escrito artículos y un libro, con la intención de convencer a ONG, periodistas y científicos de que debemos aspirar y esperar que todo el océano esté libre de industrias nocivas de extracción excesiva, y no solo partes de él.
Hace poco, en un acto, me preguntaron: "¿Qué podemos hacer para proteger el océano mejor de lo que lo hacemos ahora?" "Tantas cosas", pensé, pero aquí van mis tres primeras:
1. Utilizar la Ley.
Durante treinta años hemos tenido la ley para proteger el océano de la sobreexplotación, el daño y la contaminación, así que usémosla. La comunidad conservacionista puede unirse para presionar a los gobiernos para que apliquen y hagan cumplir las obligaciones de protección marina que impone el Derecho del Mar.
Las áreas protegidas bien gestionadas pueden considerarse, no una panacea, sino un peldaño en el camino hacia un objetivo mucho más audaz y a largo plazo: la protección del 100% de los océanos. La gente podrá seguir pescando, transportando mercancías y extrayendo minerales y petróleo de los fondos marinos, pero sólo de forma sensata y responsable.
2. Educar e informar para fomentar un cambio cultural a favor de la naturaleza.
Compartir conocimientos y fomentar la comprensión de la increíble riqueza y diversidad de la vida marina, de cómo el océano nos sustenta y de lo que podemos hacer para ayudar a protegerlo animará a la gente a valorar el océano y a preocuparse por él. Y cuando algo nos importa, lo cuidamos.
La comunidad conservacionista puede instar a las autoridades educativas a que incluyan el estudio de los océanos en los programas escolares, desde la enseñanza primaria hasta la superior. También puede intensificar las campañas de concienciación sobre los océanos para ganarse al público en general, utilizando el poder de los medios de comunicación.
Los Derechos de la Naturaleza, que se conceden para proteger ríos, bosques, humedales y lagos, por ejemplo, pueden acelerar ese cambio en el corazón y la mente de la gente, obligando a los ciudadanos a respetar más los lugares salvajes y su fauna y flora. La formalización de una Declaración Universal de los Derechos de los Océanos dará al océano una voz metafórica, reforzando su posición en la mesa de negociaciones y destacando la importancia de mantener y restaurar su salud y vitalidad.
3. Tipificar el ecocidio como crimen internacional
La pesca destructiva y excesiva, la contaminación química y por plásticos, la explotación minera de los fondos marinos en zonas ricas en biodiversidad, la mayoría de las piscifactorías marinas y el desarrollo costero perjudicial son el resultado de decisiones irresponsables de individuos o grupos de individuos en posiciones de poder, a menudo con pleno conocimiento de los daños que causan sus acciones.
Cuando el ecocidio, la destrucción masiva de la naturaleza, se convierta en un crimen internacional, los responsables de alto nivel, ya pertenezcan al gobierno, a la industria o al sector financiero, podrán ser considerados penalmente responsables. La ley del ecocidio permitirá que puedan ser acusados y condenados si son declarados culpables.
Pongamos que un Ministro de Pesca establece límites de capturas para varias especies de peces de valor comercial muy superiores a los dictámenes científicos que se les dan, porque el ministro ha cedido a las presiones de la industria pesquera para mantener las cuotas altas. Como resultado, esas poblaciones de peces caen en picado y muchas otras formas de vida marina dependientes, como aves marinas, mamíferos, crustáceos y otros tipos de peces, se quedan sin alimento suficiente.
Unas cuantas personas en posiciones de autoridad crearon un colapso ecológico en el mar que podría haber sido evitado. Si existiera la ley del ecocidio, el Ministro de Pesca y los directores generales y altos cargos de las empresas pesqueras podrían ser procesados. Y, aunque no fueran declarados culpables, la sola posibilidad de ser procesados y condenados a penas de prisión bastaría para que otros responsables se lo pensaran dos veces antes de continuar con políticas y prácticas destructoras de la naturaleza.
Aún queda mucho camino por recorrer antes de que la destrucción masiva de la naturaleza sea ilegal a escala internacional, pero la propuesta formal de Vanuatu, Fiyi y Samoa de criminalizar el ecocidio, presentada ante la Corte Penal Internacional, hace que la legislación sobre el ecocidio figure en el orden del día del tribunal. En el caso de los océanos, la legislación sobre ecocidio puede ser una poderosa herramienta para ayudar a salvaguardar el mundo marino de nuevos daños y permitirle recuperarse de décadas de daños y sobreexplotación.
Puedes unirte al creciente movimiento mundial para convertir el ecocidio en un crimen internacional apoyando nuestra Carta Abierta de los Océanos.